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La circularidad se basa en tres principios básicos: eliminar los residuos y la contaminación desde el momento del diseño del producto. Extender su vida útil. Y regenerar la naturaleza, devolviendo al ecosistema materiales compatibles y degradables ¿Cómo podemos encajar estos principios en el sector del packaging? A continuación, detallamos el planteamiento para desarrollar un envase circular.

Origen y necesidad del envase circular

El contexto legislativo actual – a nivel europeo y local -, y la exigencia global de una mayor sostenibilidad está transformando el sector alimentario y el del packaging. Esta transformación ha venido de manera acelerada, y en la mayoría de los casos, ha llevado a contradicciones y confusiones en el mercado que han desencadenado desconocimiento en el consumidor final.

Esta transformación, despertó la necesidad de establecer bases y criterios de ecodiseño basados en la economía circular y estrechamente relacionados con el sector del packaging alimentario. Lo que derivó, en la creación del Proyecto Circular Pack. Un plan colaborativo impulsado por el Packaging Cluster, el Cluster Food Service y subvencionado por la Agencia de Residuos de Catalunya.

Como resultado del proyecto, se establece la Guía Circular Pack, que cubre el objetivo de facilitar una recopilación de herramientas, iniciativas, tendencias y conocimientos que impulsen cambios en todos los eslabones de la cadena de valor de los envases alimentarios actuales.

Este documento -resultado de encuestas, entrevistas y talleres colaborativos a más de 30 agentes de la cadena de valor -, presenta una serie de puntos clave para comprender las necesidades de realizar cambios. Y alcanzar mejoras tangibles y alcanzables para las empresas del sector alimentario, food service y packaging.

Diferencia entre envase sostenible y envase circular

La aspiración del envase circular se centra en el uso inteligente de materiales para que una vez el envase llegue a su final de vida, pueda entrar dentro de los ciclos tecnológicos p biológicos de aprovechamiento de los materiales. Incluyendo, por tanto: la reducción, reutilización reciclaje y compostaje.

La visión de la cadena de valor, desde la extracción (tipo de material, fuente, procedencia geográfica) hasta su gestión final, es fundamental para entender el impacto ambiental y su correlación con la sostenibilidad de nuestros envases.

Tendencias de mercado: menos es más

Utilizar polímeros renovables como sustitución a los materiales de origen fósil. Aparentemente, esta es la principal vía de desarrollo. Pero siempre hay caminos secundarios – que con un poco más de tiempo y paciencia -, nos llevan al mismo destino. Como son:

  • Eliminar componentes, aditivos, películas para no caer en el error del sobre embalaje.
  • Reducir peso. Utilizar menos materiales de fabricación sin alterar su función.
  • Ir más allá del material: entender qué pasa cuando extraemos y manufacturamos.
  • Analizar cómo mejorar la recuperabilidad del material a través de técnicas innovadoras como el reciclado químico.

La transición hacia materiales más sostenibles – y posiblemente más densos – plantea las siguientes preguntas:

  • ¿Las líneas productivas están capacitadas para soportar un packaging de mayor peso?
  • ¿Se va a consumir más energía si la densidad, volumen o peso del packaging es mayor?
  • ¿Somos capaces de hacer una visión del ciclo de vida completo del envase para conocer cómo afecta al proceso productivo la elección de un material más ecológico?

La elección de una materia prima más sostenible no garantiza el desarrollo de un packaging sostenible. Es necesario establecer un planteamiento transversal del ciclo de vida de cada envase. Y en ocasiones, incidir en otros aspectos de la industria que ayuden a mejorar su huella de carbono.

La regla de las 3 erres

Reducir, Reutilizar y Reciclar. Son las 3 acciones claves para el desarrollo de un packaging más sostenible. Pero como en todos los tercetos, siempre hay una voz cantante. En el caso del envase flexible a medida, la acción predominante es la reducción:

  • Un 70% el uso de materiales de fabricación.
  • Un 70% el consumo de energía durante el proceso de producción.
  • Un 90% el coste de transporte.


Así es como el envase flexible alimentario y cosmético pone su granito de arena en el camino hacia una economía circular y más sostenible, a lo largo de toda la cadena de valor y suministro. Diseñar y fabricar en verde no es un trend, es una necesidad.

Envases que venden más y ocupan menos

Somos consumidores bastante infieles. Tenemos marcas preferidas, pero nos gusta probar. Y uno de las tentaciones que nos hace cambiar una por otra, es el envase. Si formas parte del sector del packaging de consumo, juegas un doble papel (y fundamental) en la definición de las tendencias de mercado.

¿Qué esperas de un envase?

Como cliente:

  • Funcionalidad: que te permita llevar el producto a cualquier lugar y consumirlo en cualquier momento.
  • Durabilidad: que alargue la vida útil del producto.
  • Sostenibilidad: que reduzca el uso de energías y materiales de fabricación.
  • Inclusión: que puedan ser utilizados por la gran mayoría de usuarios, independientemente de su edad, nivel cultural o capacidades físicas, cognitivas y sensoriales.

Como marca:

  • Productividad: que garantice un proceso de envasado más rápido y versátil.
  • Personalización: que ofrezca la posibilidad de singularizar su diseño a través de la incorporación de diferentes cierres, accesorios y/o técnicas de impresión.
  • Ahorro: que disminuya costes de fabricación, almacenaje y logística.

El envase flexible a medida rompe las barreras entre las exigencias de los consumidores y los intereses de las marcas. Y se convierte en una herramienta de marketing capaz de seducir, ilusionar e incluso sugestionar la decisión de compra.

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